CELEBRANDO LA EUCARISTIA

Es un domingo por la mañana y las personas se apresuran para lograr conseguir un lugar en la iglesia y así celebrar junto a muchos fieles católicos una eucaristía más.



La misa inicia puntual y el Padre da la bienvenida a todos los presentes y da paso a la lectura de los evangelios en un ambiente ceremonioso, lleno de aroma a flores, incienso y velas. Todos, escuchan en silencio las palabras que el Padre dice, silencio que se interrumpe con una sonrisa o el llanto de un niño.


El Padre, lee para nosotros los mensajes que Dios nos ha preparado a través de la Biblia, mensajes que, aunque no lo parezca, toca en lo personal a cada uno de los presentes y nos hace reflexionar sobre nuestros actos, que, durante toda la semana tuvimos y que quizás ofendieron o agradaron al Señor.



Por medio de éstos mensajes el Padre nos habla de todo un poco, desde el compromiso que tenemos como católicos, pasando por un poco de política y terminando a veces con un pequeño chiste que alegra a todos e incluso, mueve conciencias.



Cada persona presente, entre seriedad y alegría, siente el mensaje personal que Dios le esta dando, mensaje que muchos, entre lagrimas, dejan expresar sin sentirse avergonzados, porque, a pesar de las personas a su alrededor, el encontrar esa paz interna en la casa del Señor, compartiendo lo que vivió durante la semana, arrepintiéndose de lo malo, agradeciendo por lo bueno, es algo indescriptible y a veces, contagioso, hasta cierto punto, un misterio.



Toda eucaristía que se celebra lleva consigo un protocolo, algo que nunca cambia, pero sí cambia nuestro espíritu, nuestro carácter, nuestros sentimientos.

En cada eucaristía buscamos el perdón de Dios y el sentimiento de una libertad espiritual, siempre pensando en no caer en pecado durante los dias que vienen y esperando que llegue el próximo domingo para ir a la casa de quien nos espera con alegría, con gozo, para desahogar nuestras penas, para ser escuchados y claro, ser perdonados.





DIA DE MERCADO

Por los trajines que como guatemaltecos nos toca vivir de lunes a viernes y muchos hasta el sábado, casi siempre dejamos todo para el domingo.

Después de arrepentirnos de nuestros pecados y salir salvos y alegres de haber estado y compartido en la casa del Señor, nos toca una tarea para muchos tediosa, aburrida, pero para otros, alegre, entretenida y hasta educativa, en especial para los pequeños.

Así es, el domingo también es día de mercado, día de ir a caminarse por unas cuantas horas los mercados cantonales, el mercado central o el mercadito del pueblo. Unos todavía andan en pijama, otros ya bien arregladitos, en especial las mamás, otros más, aprovechan para ir a tomarse un rico atol y comerse unas enchiladas, tacos o tostadas, porque de todo hay, como dicen, rico y barato, ¡¡¡ Ese sí es desayuno!!!

Pero el mercado además de ser un centro de comercio, es además, un lugar de convergencia de muchas culturas, no solo nacionales, porque, ¿quién no ha visto hasta a un gringo o un chino buscando fruta o verdura un domingo en el mercado?

Que bonito es ver además, la mezcla de colores de los trajes típicos de todo nuestro país, reunidos en un mercado, ofreciéndonos en su lengua (para el que le entienda) o en poco de castilla los productos que nos servirán para la semana o para el rico caldo del medio día. Y ahí va uno, ayudando a la mamá con la gran bolsa de compras, negociando buenos precios, manoseando para ver si algo esta ya maduro o si le falta, empujándose entre las amontonazones para pasar, buscando una carnicería, escuchando la voz del marchante ¡¡¡ pase seeeño, que le ofrezco chula !!!

Cómo puede una visita al mercado ser educativa se preguntarán, y en especial para los pequeños. Pues sí, es educativa, aparte de deportiva porque si les toca cargar con la bolsa ya sacaron buen brazo.

Es educativa porque a veces uno es el responsable de andar con el monedero mientras la mamá busca el mejor producto, así que uno se vuelve administrador de las finanzas y debe de andar controlando cuanto queda, cuanto se va y llevando el inventario de lo comprado. Además de las cuentas se aprende a distinguir, si la mamá ayuda, de dónde viene el comerciante por el traje típico que usa, aunque ahora ya no mucho se ve.



En el mercado central incluso hay un comite de vendedores, en su mayoria son mujeres, incluso hay altares para la Virgen Maria y para Jesús aunque tambien hay cosas como ventas de polvos magicos y escencias para la buena suerte, cosas extrañas, mas extraño aun, son cuadros de la Santa Muerte y San Simon. Las personas del mercado quizas se han vuelto desconfiadas, porque al querer preguntales sobre cosas que me interesaban no respodian. Una de ellas si me conto que era de Antigua Guatemala pero que vivia en la Capital y que gracias a Dios ya tiene incluso a una de sus hijas en la Universidad y le ayudan en la venta del mercado.

Ir al mercado es una experiencia que se disfruta de diferente manera en cada visita, y es parte de lo que distingue a mi Guatemala y a su gente, los veo el domingo por ahí.